Es horroroso ser Noel.
Cuando Noel despertó del Coma, no
recordaba haber tenido sueños, visiones, túneles con luces brillantes, viajes
astrales ni nada parecido. Tan sólo le quedaba un extraño recuerdo imposible de
plasmar o retener más de una milésima de segundo en su memoria, y un sabor
dulce en el paladar. Era el mismo sabor que quedaba tras degustar con ansia y
disfrute un buen vino tinto. Un recuerdo más plausible y locuaz en su paladar.
Este sí sabía describirlo y sobre todo, saborearlo paladeando el aire mismo.
Pasaba varios minutos tratando de
recordar aquello que se le escapaba entre los dedos de su memoria. Lo único
importante, al menos eso creía él, que había traído de su largo y aciago viaje
a la Nada de Michael Ende.
Gracias a esta manía de perder la
vista en ese mismo recuerdo y la de pasear la lengua por su paladar, disfrutando
cada vez de su propio sabor mientras salivaba, le valieron el apelativo bien
ganado de “pensador” o entre algunos no tan amigos, el de “Perro Hambriento” o “Baboso”.
Cómo resultaba más corto y al tiempo más cómico, terminaron llamándolo “el
Babas”, o simplemente “Babas”.
Noel, que ciertamente no
recordaba nada de su vida anterior, no le pareció tan descabellado el
sobrenombre despectivo que le pusieron y terminó aceptándolo de buen grado. Sí
recordaba el nombre de Noel, pero no estaba seguro si era su propio nombre, el
de un amigo, familiar o simplemente lo asimilaba a un hombre con larga barba blanca,
que traía regalos en unas fechas concretas, aunque tampoco sabía cuándo. Tenía
ciertos fragmentos, como cortos de películas, en el que aparecía vestido con un
albornoz rojo extraño y muy abrigado, y en otro de sus “flecos”, aparecía
tomando un refresco y haciendo surf, así que tanto en invierno como en verano
aparecía este señor de regalo fácil. Era horrible ser él mismo y no saber
nunca, la certeza de tus propios recuerdos o
pensamientos.
La primera vez que regresó a su
casa, no tuvo la impresión de haberla visto antes, aunque un halo extraño en el ambiente, una sensación
familiar y adusta al mismo tiempo, le erizó los pelos de la nuca y potenció el
sabor del vino en su paladar. Algo dentro de él le decía que realmente había
llegado a casa, lo que no quería decir que fuera su hogar.
Hacía dos años que saliera por
última vez de allí. Su hermana había tratado de encontrarlo después de que
pasaran dos semanas sin tener noticias de él y preguntó, hasta a el último
desconocido con una foto de Noel en su mano. Nadie parecía conocerlo, sus
amigos y no tan amigos, llevaban el mismo tiempo que ella sin verlo o hablar con
él. Hasta que después de dos meses y muchas lágrimas, un agente de policía se
presentó en su casa diciendo que estaba hospitalizado.
Toda esta historia es la que
había escuchado Noel de labios de quien decía ser su hermana: Una chica
nerviosa y gritona, a la que le gustaba tener el control absoluto de todo lo
que sucedía a su alrededor, y con una facilidad para enervarse digna de
cualquier “súper poder”, envidia de más de un tertuliano de la televisión.
La señora Noel, que era como la
llamaba Noel, incapaz de recordar nada, más de un día, no era de su agrado, aunque
también sentía que era alguien familiar y además, tuvo la misma reacción que
cuando entrara en casa, incluso le erizó no sólo los pelillos de la nuca, sino
los de toda la columna, y el vino, bueno el vino pudiera ser un joven muy
peleón.
En poco tiempo Noel, aprendió dos
cosas muy importantes en su nueva vida. Una de ellas era que no podía confiar
en sus recuerdos o pensamientos. Siempre dudaba de él mismo y era entendible,
su mente le gastaba pequeñas bromas involuntarias y de vez en cuando, decía
algo soez o se comportaba como en una película. Así que no sabía si era él
mismo o interpretaba el papel de alguien al que recordaba, tanto real como
ficticio. Y dos, que aunque no podía estar seguro de las cosas, sus nuevos
dones de “superhéroe” le servían de guía y debía fiarse de ellos más que de su
propia cabeza. Así pues, cuando notaba ese frio en la nuca o cambiaba el sabor
del vino, sabía que algo no era correcto, o puede que fuera todo lo contrario,
completamente cierto. Ciertamente era horroroso ser Noel.
CONTINUARÁ…
Enhorabuena por tu pasión por escribir, Julián :-)
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